El chocolate del loro
Estar A la Porta del Sol, en esta tribuna privilegiada del corazón de Castellón, te ofrece alguna ventaja para observar lo que sucede a nuestro alrededor. Aunque a veces, como sucede ahora, el paisaje sea desolador.
Seguimos inmersos en una profunda crisis, en más de una crisis porque a la de los valores, se le ha sumado la sanitaria y consecuencia de ésta la económica. Pero, por si fuera poco, aquello que parecía lo normal, ahora se convierte en otra crisis, la política.
Nuestros representantes, alejados de los problemas de la gente, parecen vivir en un mundo paralelo y cada vez, más lejos de la realidad. Así, mientras los ciudadanos sufrimos y peleamos en todos los frentes de esta megacrisis, ellos se siguen enzarzados por el chocolate del loro.
Lejos de buscar entre todos las soluciones a cualquiera de los problemas de la gente, dan vueltas y más vueltas asuntos que no sacan a nadie del agujero en que nos estamos metiendo. Porque nosotros tenemos problemas más graves que el bonobús indecente. Problemas que hacen que cada vez más familias acudan a los servicios sociales, al comedor del Padre Ricardo o a Cáritas. Lugares a los que los políticos no acuden salvo contadas excepciones, como cuando llegan elecciones.
Problemas como que la hostelería sigue cerrada y esperando ayudas. Las empresas vinculadas al turismo agonizando. Los trabajadores en ERTE con ingresos mínimos. Los parados esperando una oportunidad. Los comercios sin clientes. La gestora de Gaiatas viendo como pasa otro año en barbecho. El sector cultural sufriendo otra temporada perdida.
Mientras tanto, los políticos no se ponen de acuerdo ni para el presupuesto municipal, porque son incapaces de anteponer el interés general al suyo personal o al de sus partidos.
Desde aquí yo me pregunto si tan difícil será ponerse de acuerdo en algo tan básico como ayudar a los que lo necesitan, de establecer medidas que reactiven los sectores económicos y el empleo, de insuflar a nuestra sociedad un poco de esperanza. En definitiva, de apartar a un lado la disputa por el chocolate del loro para sacar adelante a esta sociedad que ya está harta de esta situación.
Pero no. Lejos de eso, vemos como hasta los socios de gobierno discuten como Pimpinela. Porque, ante el espectáculo, podríamos pensar que es una riña de pareja; pero no, porque la diferencia es que la moneda de cambio es nuestra salud, nuestro dinero y el futuro de los castellonenses.
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