De nuevo cerrados
Por responsabilidad, por coherencia y por obligación, el Real Casino Antiguo echa el cierre para proteger a sus socios y socias y trabajadores, de la covid-19. Somos afortunados de que en nuestras instalaciones no se ha producido ningún contagio. Pero al mismo tiempo, hemos tenido que lamentar la pérdida de socios y conocidos que han sufrido esta grave enfermedad. Por eso, anteponemos la prudencia a nuestra voluntad de tener la puerta abierta para la ciudad.
Sin embargo, ante el amargo sabor de los acontecimientos, no podemos eludir hacer una crónica de lo vivido. Porque las cifras nos hacen pensar que no hemos aprendido nada de la primera ola. El ritmo de contagios se acelera, cada vez tenemos más conocidos y familiares que han sufrido la enfermedad que provoca la Covid. Las llamadas a la responsabilidad no han servido para frenar una imparable curva . El “hay que salvar la Navidad” nos pasa factura.
Lo peor es que nuestros gobernantes andan descoordinados y cada noche nos acostamos sin saber qué podremos hacer, o no, al día siguiente.
El 7 de enero, los bares fueron obligados a cerrar a las cinco de la tarde. Una semana después, el ayuntamiento de Castelló, que legisla dentro de sus capacidades, cierra edificios, suspende actividades y precinta columpios. Mientras, el gobierno autonómico mantiene sus actividades en teatros y bibliotecas. No se puede ir a la Basílica del Lledó o al Teatre del Raval, pero sí a cualquier otra iglesia o al Auditorio.
El 19 de enero, la Generalitat anuncia el cierre de bares, salas de juego y gimnasios, con un decreto de difícil interpretación. Los restaurantes de carretera siguen abiertos, los comedores de empresas y universidades también continúan abiertos, sin que los ciudadanos entiendan porque unos sí y otros no. Al igual que los comercios obligados a cerrar a las seis y que ya, agua al cuello, luchan por sobrevivir. Y no era lo último, el domingo, Ximo Puig anunció nuevas medidas más restrictivas aún.
La incertidumbre, la falta de criterio, la ausencia de ayudas claras que permitan a los afectados vislumbrar un futuro para sus negocios, hace tambalear nuestra sociedad.
Necesitamos que nuestros gobernantes tomen medidas decididas, sin. Que lo hagan al unísono, para que podamos saber donde jugamos y con que reglas. Necesitamos garantías para que podamos todos salir de ésta y que no recaiga en las espaldas de los empresarios, pequeños o grandes, el coste de la pandemia.
Por nuestra parte no nos queda más que apelar a la responsabilidad, por eso el Real Casino Antiguo de Castellón volverá a cerrar sus puertas con la esperanza de que esta vez sea la última. Con la esperanza de que las ansiadas vacunas lleguen a todo el mundo lo más pronto posible.