Fin de año
Mañana terminará este 2020 cuando el reloj que preside el edificio del Banco de Castellón y que fue la Posada del Ferrocarril, de las 12. Unas campanadas que llevo escuchando desde hace tanto que no recuerdo la primera vez que las oí. Desde hace unos años, esas campanadas que mi vecino se encarga de tocar, lo hacen a ritmo de melodías navideñas, cosa que ahora ha sido especialmente reconfortante. Sin embargo, esta nochevieja la prudencia hará que su último toque del año se vea desde la televisión y no desde la Puerta del Sol.
Me disculparán pero, con el final del año, me pongo nostálgico y recuerdo todas las cosas que han pasado. Algunas buenas y otras malas. Hay quien dice que solo hay que recordar las buenas, pero yo creo que en todas hay que fijarse para poder aprender.
Este año, mi vida se paralizó durante meses. La pandemia confinó a los castellonenses, como al resto de España a sus casas y eso hizo que no pudiese ver durante casi cien días a la gente con la que he “convivido” durante mucho tiempo. Tuve que ser testigo del cierre de mis puertas y cómo me ponían a disposición de la ciudad para lo que fuera necesario. Igual que sucediera en la guerra civil, mis salones se cedieron para volver a convertirme en hospital si fuera necesario. Pero, por mi ciudad, la que conozco hace más de dos centurias, sería capaz de todo.
Sé que algunos de mis amigos habituales ya no volverán, víctimas de la pandemia o de la edad y entre mis paredes los lloro en silencio. Para ellos, mi mayor recuerdo, porque siempre estarán en mi memoria.
Pero, en estos tiempos duros, también he tenido el orgullo de ver a una sociedad fuerte, que aguantaba a riñón el peso de una crisis como nunca esta generación ha conocido. Yo, con una historia bicentenaria, pero con un espíritu siempre joven, me he reconvertido acomodándome a estos nuevos tiempos virtuales. Así, desde la www me he vuelto inmaterial para seguir ofreciendo actividad cultural y estar a la altura de una sociedad que me necesitaba como faro de referencia social en Castellón.
Por eso, en cuanto pude volví a abrir mis puertas ofreciendo un lugar seguro, un refugio de la cultura y de las tradiciones de nuestra ciudad. Así, en estos meses he ofrecido conciertos, tertulias, poesía, literatura y, por supuesto, un lugar donde reencontrarse.
No quiero olvidarme de todos los que lo han hecho posible estar pervivencia a pesar de la dificultad: de los socios, de los patrocinadores, de las empresas asociadas, del Ayuntamiento de Castellón, de la Diputación de Castellón, de la junta directiva y de los trabajadores, que me cuidan y cuidan de los que más quiero, Emilio, Estefanía, Alejandro, Mari Carmen y Amador.
Gracias de corazón.
Cuando suenen las campanadas este 2021 y tenga mis ojos cerrados como ordena el toque de queda, pediré a los Reyes Magos que os traigan a todos mucha salud, que se cumplan vuestros sueños, que pueda ver como las calles de mi Castellón se llenan de gente mostrando esas sonrisas que nutren mi alma. Quiero ver como los abrazos, los apretones de manos y los besos, sobre todo los besos, vuelven a llenar nuestra vida y nos hacen vibrar.
Feliz Año Nuevo. El Casino Antiguo